En este vuelo que he emprendido, en un principio pensé que visitaría países con los cuales siempre he soñado. Recorrería las calles parisienses, me subiría a la torre Eiffel. Sería testigo de su romanticismo y su cultura.
Me Lanzaría en un recorrido por Roma, caminaría por entre el Coliseo y oiría las voces, estridentes, de los que piden sangre. Oler el sudor que emanarían esos cuerpos, entre el miedo y la furia, cuando se enfrentaban para complacer al César y solo tenían dos opciones: vivir o morir.
Visitar el Perú y su Machu Picchu, ese antiguo poblado andino Inca, donde su construcción elaborada por piedras mantiene un interés a nivel mundial a través del paso de los años.
En estos días, en que he estado haciéndole mantenimiento a mis alas, he podido revisar el, posible, itinerario de mi próximo viaje y pienso que, antes de visitar a esos hermosos países lejanos, debo conocer el mío primero. Empecé a seleccionar las ciudades por las características que más me gustan. Revisé las que tienen excelentes playas, las de clima montañoso, donde las flores le dan un colorido singular a sus pueblos y también por sus comidas, las que dejan, a cualquiera, con ganas de seguir degustando. O aquellas donde su paisaje está lleno de ganado, ríos, extensas llanuras, donde el olor de mastranto y de tierra mojada hace que me sienta más conectada a la naturaleza.
En ese momento, me doy cuenta que mis alas están listar para lanzarme a la aventura que les imponga.
Fui a visitar a mi hija, pude compartir 3 días con ellos. Mi nieto, es un chico de 9 años que tiene una imaginación que me hace pensar en que esa sería la edad perfecta para empezar a escribir. No tiene fronteras para la imaginación. Es capaz de inventar cualquier escenario, con tan solo darle una idea es suficiente para armar un cuento maravilloso y vivir sus sueños, pero la mayoría de las veces, él solo construye su mundo.
Siempre que paso unos días con mi nieto, mis ganas de escribir aparecen, a veces de una forma atropellada, ya que él es tan dinámico que cuesta seguirle el paso a sus pensamientos, es por eso, que casi siempre tengo un lápiz y papel a la mano, previendo esos momentos de sueños, que tiene mi muchacho.
En este momento él me ha hecho entender que, antes de lanzarme por esos cielos prometedores de hermosas aventuras, debo conocer a mi gente en su intimidad, claro sin inmiscuirme en ella.
Como les dije, estoy en el hogar de mi hija. En estos días he asimilado que una relación debe estar bien condimentada, como cuando se quiere hacer una exquisita sopa de res o la preparación de un pavo para un fin de año o para los que celebran Acción de gracias.
Esta pareja ha entendido que antes que nada debe prevalecer el amor y el respeto. No digo que no existan altibajos, eso es normal en toda relación. Pero ellos siempre han resuelto sus cosas en silencio, nunca se ha sabido de algún problema entre ellos.
Hoy, luego de llevar a su hijo a la escuela, se reunieron a desayunar y pude observar que esa chispa de amor y compañerismo está como la primera vez.
Aquí conseguí el significado del verdadero amor. La decisión férrea de seguir viviendo la ilusión que los unió. Estoy tranquila, mi niña tiene el sueño soñado, valga el juego de palabras, que cualquiera de nosotros quiso y quiere tener, un hogar lleno de amor. ¿Su secreto? Creo, no puedo decir que sea la verdad, es querer ser los mismos que fueron cuando se conocieron, no es tarea fácil, de eso estoy segura.
Por lo que puedo decirles que éste fue el comienzo de mis viajes. Mis alas ya fueron probadas y siento el deseo de seguir descubriendo del porqué las personas, aun con años de convivencia, mantiene su amor incólume y otras cosas más que me llevarán a seguir viviendo con alegría.
Carmen Pacheco
carbeatriz@hotmail.com
8 de noviembre de 2011
Me Lanzaría en un recorrido por Roma, caminaría por entre el Coliseo y oiría las voces, estridentes, de los que piden sangre. Oler el sudor que emanarían esos cuerpos, entre el miedo y la furia, cuando se enfrentaban para complacer al César y solo tenían dos opciones: vivir o morir.
Visitar el Perú y su Machu Picchu, ese antiguo poblado andino Inca, donde su construcción elaborada por piedras mantiene un interés a nivel mundial a través del paso de los años.
En estos días, en que he estado haciéndole mantenimiento a mis alas, he podido revisar el, posible, itinerario de mi próximo viaje y pienso que, antes de visitar a esos hermosos países lejanos, debo conocer el mío primero. Empecé a seleccionar las ciudades por las características que más me gustan. Revisé las que tienen excelentes playas, las de clima montañoso, donde las flores le dan un colorido singular a sus pueblos y también por sus comidas, las que dejan, a cualquiera, con ganas de seguir degustando. O aquellas donde su paisaje está lleno de ganado, ríos, extensas llanuras, donde el olor de mastranto y de tierra mojada hace que me sienta más conectada a la naturaleza.
En ese momento, me doy cuenta que mis alas están listar para lanzarme a la aventura que les imponga.
Fui a visitar a mi hija, pude compartir 3 días con ellos. Mi nieto, es un chico de 9 años que tiene una imaginación que me hace pensar en que esa sería la edad perfecta para empezar a escribir. No tiene fronteras para la imaginación. Es capaz de inventar cualquier escenario, con tan solo darle una idea es suficiente para armar un cuento maravilloso y vivir sus sueños, pero la mayoría de las veces, él solo construye su mundo.
Siempre que paso unos días con mi nieto, mis ganas de escribir aparecen, a veces de una forma atropellada, ya que él es tan dinámico que cuesta seguirle el paso a sus pensamientos, es por eso, que casi siempre tengo un lápiz y papel a la mano, previendo esos momentos de sueños, que tiene mi muchacho.
En este momento él me ha hecho entender que, antes de lanzarme por esos cielos prometedores de hermosas aventuras, debo conocer a mi gente en su intimidad, claro sin inmiscuirme en ella.
Como les dije, estoy en el hogar de mi hija. En estos días he asimilado que una relación debe estar bien condimentada, como cuando se quiere hacer una exquisita sopa de res o la preparación de un pavo para un fin de año o para los que celebran Acción de gracias.
Esta pareja ha entendido que antes que nada debe prevalecer el amor y el respeto. No digo que no existan altibajos, eso es normal en toda relación. Pero ellos siempre han resuelto sus cosas en silencio, nunca se ha sabido de algún problema entre ellos.
Hoy, luego de llevar a su hijo a la escuela, se reunieron a desayunar y pude observar que esa chispa de amor y compañerismo está como la primera vez.
Aquí conseguí el significado del verdadero amor. La decisión férrea de seguir viviendo la ilusión que los unió. Estoy tranquila, mi niña tiene el sueño soñado, valga el juego de palabras, que cualquiera de nosotros quiso y quiere tener, un hogar lleno de amor. ¿Su secreto? Creo, no puedo decir que sea la verdad, es querer ser los mismos que fueron cuando se conocieron, no es tarea fácil, de eso estoy segura.
Por lo que puedo decirles que éste fue el comienzo de mis viajes. Mis alas ya fueron probadas y siento el deseo de seguir descubriendo del porqué las personas, aun con años de convivencia, mantiene su amor incólume y otras cosas más que me llevarán a seguir viviendo con alegría.
Carmen Pacheco
carbeatriz@hotmail.com
8 de noviembre de 2011
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